viernes, 20 de noviembre de 2009

Las lecciones de las misiones.

Aunque la época de secundaria fue una época dura para mí, por muchos motivos me pareció eterna y horrible.
Pero creo que en ésta etapa fue cuando me formé la idea de lo que es la vida misma que conservo hasta esta fecha. No, no es un rollo filosófico, mi punto es que, creo que a una edad en la que eres tan joven y tan impresionable, aprendes muchas cosas.
Ok, bueno, el punto es que estudié en una escuela lasallista, (no era la LaSalle, era una escuela con valores parecidos), en la que te inculcaban valores, como caridad, amor por el prójimo y otras tantas cosas. Mis compañeros y yo no entendíamos mucho eso, creo que es como todas las cosas, te las presentan, ya que las aceptes y adoptes o no es cosa tuya completamente.
Para tener máyor enfásis en ese asunto, la escuela programaba actividades y programas sociales, que era lo que más me gustaba y me gusta hasta la fecha. Me encantaba porque te sacaban literalmente de tu zona de confort, y aprendías un montón de cosas.
Las carencias enseñan más que cualquier otra cosa, y las personas que han pasado esto no me dejarán mentir, cuando vas a una comunidad indígena donde no hay agua, luz, drenaje o cualquier otra comodidad que en las ciudades damos como un hecho, aprendes a valorar lo que tienes.
Una día normal, en una misión consistía en esto: levantarse, hacer la cama, asearse rápido y con poca agua (helada), tomar un desayuno tipo: leche (en polvo), fruta (fresca obviamente), y algún alimento más fuerte (huevo, frijol con arroz, avena fría), más algunos otros extras que hasta la fecha me parecen maravillosos, tortillas hechas a mano, agua fresca de pozo, etc.
Hay cosas que recuerdo muchísimo de esas visitas, tal vez la más importante sea que cuando tienes tan pocas cosas de las cuales echar mano, te das cuenta de lo poco que realmente se necesita para vivir.
Sí, es cierto que las comodidades básicas de la vida moderna son una maravilla, la luz, el agua potable y el drenaje son casi indispensables para la mayoría de nosotros, pero puedes sobrevivir sin un celular en la mano, ¿o no?, sin conectarte al correo por un día, sin leer el universal.com cada tres minutos para ver lo último del caso Juanito, sin tomar Coca Zero fría o café Starbucks, ( son mis vicios, ustedes disculpen) Cuando regresaba de las misiones créanme que regresaba desintoxicado y feliz.
La otra cosa que recuerdo enormemente fue una vez que fuimos a la Sierra Tarahumara, que además de ser impresionante por la belleza natural, se distingue por los tarahumara, los cuales me parece increíble que vivan allí con condiciones tan extremas de temperatura, alimento escaso y prácticamente incomunicados.
Cierto es que los tarahumara son una etnia algo marginada, por cuestiones geográficas y sociales, pero son tan distintos de muchos de nosotros, distintos para bien, que podríamos aprender muchas cosas.
Recuerdo un día de esa misión en la que ayudábamos a plantar no recuerdo que en la zona tarahumara, vi a un chico de mi edad con unos huaraches de piel que se veían geniales, parecían de diseñador, no solo por la calidad con la que estaban hechos, sino con lo cómodos que se veían)
No me quedé con la duda y me acerqué a él. Lo que platicamos fue algo como esto:(El siguiente diálogo puede no ser exactamente fiel al original, han pasado más de diez años, y el alemán me ataca, gracias)
-Yo: “Que padres huaraches, ¿dónde los compraste compa?” (Yo a todos les digo compa)
-Él: “No los compré, yo mismo los hicé”
-“Bárbaro, ¿y solo hiciste esos?¿o tienes más en otro color? (Yo pensando que estaba en la zapatería de Sears)
-“No, éstos son los únicos que tengo”
-¿Y por qué no haces más?
-Porque nada más tengo dos pies.
-Pero, ¿no te gustaría tener otro par? (Los podía cambiar, vender o hacer trueque)
-No, no me gustaría. Cuando éstos no me sirvan me hago otros, y ya.
Como dije antes, la conversación no fue necesariamente así, ésta fue solamente la “esencia” de la conversación. Recuerdo que al final de la misión el chico me regalaba los huaraches para que me los llevara, no los acepté, aunque me pareció un gesto muy noble. Los tarahumaras, y en general, la gente que vive en el interior de la República me parece sensiblemente más amable, cálida y desapegada que los que vivimos en las grandes ciudades.
El punto es que sería una maravilla si todos pensáramos así. Olvídate de consumir de más, de estar obsesionados por el dinero, o vivir endeudados por las tarjetas de crédito.
Vive con lo estrictamente necesario y ya, parecería ser la premisa, y eso me pone a pensar.
¿De qué sirve tener 20 pares de zapatos Armani o Ferragamo, si finalmente solo puedes usar un par?
A mí me encanta comprar carteras de piel, pero, ¿para qué tener 40 carteras diferentes, si solamente vas a usar una en el día?, y a veces ni siquiera uso una, porque tengo demasiada prisa.
Sin duda las misiones me plantearon una visión diferente de lo que es el dinero y el mundo para mí, espero que esas lecciones nunca se me olviden.Ojalá, para mi bien.

1 comentario:

  1. Hola:

    Segun yo, el ambiente condiciona la filosofia.

    Por ambiente me refiero a la naturaleza. Es sinonimo de "medio", pero "medio ambiente" es redundante.

    Por filosofia me refiero a la escala de valores, a los miedos (o traumas o paradigmas), al conjunto de pensamientos que hay en nuestra mente y que sirven para condicionar nuestro pensamiento y por lo tanto nuestros actos.

    Un ejemplo que he visto hasta el hartazgo y que es motivo de discuciones en temas de desarrollo humano y recursos naturales es el agua potable.

    Una comunidad sin tuberias, que acarrea el agua potable desde un pozo y que durante siglos ha vivido consumiendo poca agua puede cambiar radicalmente su forma de vida con un tubo y una bomba.

    Entubar el agua y que la gente solo habra la llave es la mejor forma de desperdiciar el recurso.

    Dicho de otra forma ¿quieres que la gente cuide el agua? ¿quieres que piensen como ahorrarla, como evitar desperdiciarla? Es muy simple: haz que la carguen. Cuando la gente siente lo que es cargar la cubeta desde el pozo y hasta el baño, empieza (por arte de magia) a bañarse con 20 litros de agua, no mas. Sin campaña publicitaria, sin folletos, sin platicas, por arte de magia empiezan a hacer lo que antes era imposible convencerlos de hacer.

    La forma de pensar de un campesino es diferente de la de un citadino porque el ambiente es diferente. En la ciudad desperdiciamos porque existe abundancia, en el campo la escases nos obliga a actuar en funcion de lo que necesitamos.

    Y tienes razon:
    Si solo tenemos 2 pies ¿para que chingados queremos 15 pares de zapatos a la vez?
    Si solo tenemos 2 metros cuadrados de piel ¿para que chingados queremos 120 litros de agua por baño?

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